Monday, May 08, 2006

Abulia


Abro los ojos, un mundo que se me antoja insípido comienza a deglutir mis presuntas voluntades, una trepadora roja sobre una lila rastrera recrean para mi un edén de canciones de cuna dementes, a lo lejos un chillido de ojos desorbitados empuja mis sentidos fuera de su reposo, en aquel mundo interno de trampas caídas. Tras el umbral de la cordura las plumas negras sobre el piso recomponen mis alas desmembradas y una lagrima desesperada me contempla innocua tras un velo de hipocresía, tan denso y amplio que me quedo ciego sin alcanzar a distinguir donde comienza su tejido y cuando transmuta en esta mortaja que nos distancia…si tan solo…..te prometo…..cierro los ojos sobre tu pelo y mudo contemplo el espacio al que vuelvo a caer semipesado, delirante.
El latir de un corazón monótono es un martirio exasperante, en este mundo de fantasmas su gorgojeo llora por extinguirse, contemplo el agua sobre mi cuerpo ajeno, y el enrojecimiento paulatino de mi piel desnuda, impotentes tus gritos apenas me tocan y tus lagrimas solo humedecen mis labios rígidos, ya no quiero tocarte, mas no puedo desear que no existas, ya no quiero oír tu voz disonante sobre mi espalda malherida, los parpados caen lentamente sobre los ojos creando una ilusión de vastedad acusadora, pesado caigo en mi mismo como mártir una religuen decadentemente seca, los sueños que me destruyen se convierten en un demonio abrasador que me obliga a sucumbir, tengo que recordar respirar.
Cuando era niño tenia una bicicleta roja, la subía y paseaba como a un hermano, por una infinidad de escaleras verde musgo, cuando crecí ya no la quise y la abandone como a un vestigio al pie de cualquier escalón, nunca mas pensé en ella, nunca mas pensare en ti…..quisiera no tener que pensar.
Contemplo mis manos lacias sobre mis piernas y a estas caídas al azar sobre una silla, contemplo mi espalda curva y mis muñecas eternamente sangrantes, comprendo a lo irrelevante de mis ojos, y a mis labios carentes de sentido, pareciera que las horas se mofaran de mi extraña lucidez, amada locura te abandono que en tu dulce vientre aniden otros fetos inmorales.
Abro los ojos y me sumerjo, un mundo insípido deglute mis tan presuntas voluntades, espectros infatuados me sostienen y me portan y yo sin beligerancia los contemplo. Un último y abúlico espasmo me deleita. Mientras encuentro consuelo en esta tumba poco profunda…. Mas amada debo decirte, aun respiro.

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