Tuesday, October 11, 2005

Inercia

La realidad irrumpe, despierto a un mundo de vidrios rotos, mis pies lacerados gimen, el cuerpo avanza con ellos. Las baldosas frías respiran quietas el olor a desinfectante de segunda mano que juega a jugar entre las cicatrices.
El interminable coito de los elementos parece agrietar esta frígida monotonía mientras las paredes se distraen absorbiendo conceptos, las sillas tragan uñas, los techos se hacen rojos. Entre las garras amarillas de la curiosidad aúlla el indefenso minino.
Donde están los ojos?, ruedan sobre la mesa, bajo la cuna, la profana tumba es una piel que huele a cloro, una mentira se esconde tras el velo inerte de la seda blanca y roja, grotesco es el desvarío de la locura.
Estancadas relucen las cuencas vacías, perfilada la nariz sobre la boca, el azul truncado y el negro abierto de esa boca cortada.
Despierto, el bulto sobre la mesa amortaja el acido imaginario de las vitrinas, las hojas parecen vivas, un olor a conciencia cosquillea en el formaldehído, transmuto en parasito vomitando sangre, mi sangre que no es rostro, que no es nombre.
Podría decirse que aun hace frío y mi cuerpo amarrado a su código se funde en si mismo, pasa la soledad corriendo, el abecedario se rompe, quedó tanto por decir.
Entonces la veo, quieta, sola….la inercia me arrastra a donde aun hace frío. Mira y pareciera que me ve, se retuerce y se acurruca, se ríe de la posibilidad.
Trato de encajar las piezas yuxtapuestas de mi virilidad, despojado ya del deseo el cierre de la boca se hace menos frágil, el silencio ambivalente se estanca en fetal posición y aborta.
La desvergüenza andrógena se desviste, los dientes desesperan y rasguñan al minuto, no se irá. Se murmura en los rincones que aun permanece en el Centro del reloj…se infinita, se avergüenza… y tras las cajas en promoción están los estantes de hojas secas, los frascos de cotidianidad y las miradas sin dueños. Curioso, no nos quedan palabras.
La vida armada con recortes de revistas cuelga de una puerta, espera, y las fotos borrosas se hacen marco con papel confort y lápiz mina.
En el centro recortando la memoria, el inerte diluvio, traje descolorido de mártir, casualidad mal disfrazada. Los dibujos en servilletas y los libros a medio leer se hacen el almuerzo y el motivo, y sin querer se pintan a medias…
En la plaza la crítica arroja piedras a las palomas y los cuervos mastican los ojos de los críticos, el ciego pega bastonazos a una piedra. Y bajo el árbol el escritor escribe y el artista hace arte, la lujuria se consuela las noches de cafeína sin azúcar, dicen que es dios en esa bicicleta roja, cuentan que es el diablo cortejando una virgen en la puerta de la iglesia. Aquel decir de hábitos se masturba la morbosidad y se calla… y la razón?, la muy perra ha desertado.

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